lunes, 26 de noviembre de 2012

¡Salve muy favorecida!

Le doy gracias a Dios porque en este tiempo de navidad me permitió servir el mensaje de culto de Domingo en UBF Guadalajara, y le doy gracias porque me permitió meditar una palabra hermosa y poderosa que ha sido de mucha ayuda para mi vida.

De este mensaje aprendí que un cristiano que olvida su condición de siervo de Dios, escoge decisiones que solo hacen su vida más cómoda y que lo alejan de Dios.

Le doy gracias a Dios por su infinita misericordia y amor que llenan de gracia mi vida, cada día. 

Feliz tiempo de navidad a todos!
Les adjunto el mensaje




Muy Favorecida

Lucas 1:26-56
Versículo Clave 1:28

Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.





                La palabra de hoy, es el mensaje de Navidad que Dios hizo llegar a María.  Dios preparó el plan de salvación para los hombres de todas las naciones, enviando a su Hijo unigénito, al mundo.  Este plan de salvación, no era algo improvisado, espontaneo o emocional de parte de Dios. Desde el principio, después del pecado de Adán, Dios estableció el plan para salvar a los seres humanos de sus pecados; a través de la descendencia de la mujer. Desde el antiguo testamento, Dios entregó esta promesa a los padres de Fe y esta misma promesa fue anunciada a los hombres a través de sus profetas. Cuando el tiempo perfecto de Dios se cumplió, Dios quiso enviar a Jesús a mundo mediante una mujer, cumpliendo así su promesa; María sería, entonces, la Madre Santa, del hijo de Dios, aquí en la tierra. El ángel visitó a María y le dijo: “¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.” ¿Cuál era el favor o la gracia que Dios quería entregar a María? Oro para que el día de hoy, mediante este mensaje, podamos meditar profundamente sobre la gracia que Dios nos entrega una vez más, en este tiempo de navidad y podamos vivir una vida que acepte, alabe y se entregue, a esta gracia, que Dios nos da.
                En los versículos del 1 al 25, el ángel Gabriel dio el anuncio previo del nacimiento de Juan el Bautista a Zacarías cuya esposa era Elizabeth, quien era estéril. Seis meses después de este anuncio lleno de bendición, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a Nazaret, la aldea de Galilea.
                La comisión de este ángel, era visitar a una virgen llamada María. Ella era mujer desposada con José. El autor enfatiza claramente que María era una mujer virgen. Esto quiere decir que, no solo nunca se había casado, sino que era mujer virgen y pura, a quién ningún varón se le acercó. El ángel, pues, entró en donde ella estaba, y le dijo: (miren el versículo 28): “¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.” ¿Por qué el ángel diría con tanto énfasis: ‘¡Muy favorecida!’? Según el diccionario ‘Favorecida o favorecido’ es la persona quien esta lleno de gracia, es decir que recibe la gran gracia especial. 
                ¿Qué es la gracia? Esta se refiere a un favor unilateral dada de Dios a los que no tienen dignidad de recibirlo. Si este favor, fuera dado a los hombres quienes tienen dignidad de recibirlo, entonces no se llamaría ‘gracia’ en cambio, le llamaríamos  ‘pago’. Entonces, la gracia es el favor de Dios para los hombres indignos de recibir ese favor.
(Miren los versículos 29 y 30) Aunque era un mensaje de Dios a través del ángel, María se asustó al oír que le fue dada la gracia a una mujer como ella, que no tenía dignidad. Pero, el ángel otra vez le dice: “María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios”. De esta manera el ángel repetidamente le confirmaría a María que ella habría de recibir gran gracia, de parte de Dios.
 Entonces, ¿Cuál gracia le fue entregada a María? Miren el versículo 31. “Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.” Analicemos un poco la situación de María; ella era la mujer desposada con José; esto quiere decir que aunque no estaban casados aun, ya tenían el compromiso de hacerlo, sus familias lo sabían y toda la gente de su pueblo también sabían de ese próximo matrimonio; María nunca había conocido hombre, es decir que era virgen, pura y sin mancha; la gracia que Dios le estaba entregando era que ella concebiría y daría a luz un hijo y que llamaría su nombre JESUS. Humanamente, esta situación no se ve muy favorable para María; aun en nuestro tiempo en que el tema de ‘relación de pareja’, es algo normal. El hecho de que una joven, tenga un hijo, sin estar casada, llega a ser un tema complicado para ella y para su familia. En el tiempo de María, este tema era aun más complicado, ya que la sociedad se regía por leyes verdaderamente estrictas, si una señorita daba a luz un hijo sin estar casada, era una gran deshonra para ella y para su familia, incluso podría ser causa de morir apedreada.
Al recibir esta gracia por parte de Dios, María tendría que entregar muchas cosas; al estar desposada con José, ella soñaría con su vida junto a él, estaría esperando ese momento mágico para todas las mujeres, su boda. Haciendo todas las preparaciones necesarias, para que ese día fuera justo como lo había soñado, el día perfecto. Sin embargo al recibir la gracia de Dios, ella tendría que sacrificar ese sueño. María no sabía como tomaría José la noticia y posiblemente, ese día con el cual ella había soñado, jamás llegaría. Humildemente ella escuchó al ángel y recibió las palabras que Dios enviaba.
Aunque en ese tiempo, el que una mujer soltera diera a luz un hijo, parecía algo muy desfavorable y una deshonra;  el ángel le decía “haz hallado gracia delante de Dios” Entonces, ¿Quién sería el que nacería a través de María? Y ¿Por qué el ángel insistía, en que era gran gracia, la que María estaba recibiendo?
Primero; porque ÉL será grande; miren el versículo 32: “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;” la esperanza de todos los padres es que sus hijos crezcan bien y sean grandes e importantes; para poder lograrlo muchos padres entregan todo, incluso estarían dispuestos a sacrificarse por ellos; si un hijo llega a ser grande delante de otros hombres, esto llenará de satisfacción y felicidad verdadera a sus padres. Según el mensaje de Dios a través del ángel, este niño que nacería a través de María, sería grande delante de los hombres y esta promesa fue cumplida. Jesús es el ser más grande de la historia humana, en todos los aspectos, en obras, en espiritualidad y en influencia. Siendo el hijo de Dios altísimo y rey de reyes, se humilló a Sí mismo y vino a esta tierra sirviendo a los pecadores; obedeciendo la voluntad de Dios, hasta morir en la cruz. Por este aspecto su vida es incomparablemente la vida más grande entre todos los seres humanos, por causa del amor, sacrificio y humildad desde el momento de su nacimiento. Aun hoy muchos seres humanos son alcanzados, conmovidos y convertidos gracias a Jesús. Si bien Juan el Bautista fue el hombre más grande nacido de entre los hombres; Jesús, siendo Hijo de Dios, es la verdadera esencia de la grandeza. María, quien se consideró a sí misma indigna, le fue entregada esta gracia; dar a luz a Jesús, el Hijo de Dios; sin comparación ésta es la gracia más grande que un ser humano puede recibir.
Segundo; porque Jesús es el Salvador de los seres humanos. Miren el versículo 32b: “Y el Señor Dios le dará el trono de David su padre”.  Estas palabras significan que Jesús es el Salvador prometido que vendrá como hijo de David, es decir, el Mesías. El nombre de ‘Jesús’ significa ‘Jehová salvará’. Jesús vino al mundo como el Salvador quien librará a los hombres de la muerte eterna. Dios le prometió a David que en su descendencia enviaría al Mesías, para salvar al mundo. A través de Jesús, Dios cumplió esta promesa a David, permitiendo al salvador en su descendencia.
Jesús vino a este mundo no como el juez, quien estrictamente aplicaría la ley para juzgar a los hombres, sino como Salvador, para librar a los hombres del yugo del pecado y de la muerte eterna.  Hoy en día la situación difícil de la economía, hace que los hombres pongan demasiada importancia en el material y buscan solo a un salvador que resuelva sus dificultades financieras. Pero, la verdadera causa del sufrimiento de los hombres no es por la pobreza o la falta de material, la verdadera causa de su sufrimiento es el yugo de sus propios pecados. La avaricia y comodidad de los hombres, les hace querer vivir una vida fácil, sin cruz y sin sufrimiento. El pecado de adulterio y deseo carnal, atan a los hombres en su yugo sembrando el miedo a la muerte, viviendo una vida sin significado verdadero. Jesús, es verdaderamente necesario para los hombres en este tiempo. El Mesías, es el único que nos puede salvar del poder del pecado y de la muerte. María recibió la gracia, al ser llamada y en ella depositada la esperanza verdadera a través de Jesús, a quien daría a luz, cuidaría, crecería y entregaría a Dios, para salvación de los hombres.
Tercero: porque Jesús es el rey eterno. Miren el versículo 33: “Y reinará sobre la casa de Jacob para siempre,  su reino no tendrá fin.” Jesús es nombrado como el rey de reyes, el Mesías prometido a padres de fe. Cuando Jesús vino al mundo, fue presentado como un niño, el ser más indefenso y humilde de todos los hombres, murió en la cruz, resucitó y ascendió al cielo, sentándose a la diestra del trono de Dios. Jesús es el verdadero rey, quien gobernará eternamente y para siempre, a aquellos que recibieron salvación y vida nueva.
Para una mujer, la gloria incomparable viene cuando su hijo llega a ser una persona importante delante de otros hombres, tiene poder y es respetado. Jesús, aun antes de su nacimiento era nombrado por Dios como el verdadero rey, el Mesías, el hijo del altísimo, el que sería grande, quién reinará Nuevos Cielos y Nueva Tierra, para siempre. Jesús es quien recibe todo la gloria y honor para siempre, el rey de reyes y señor de señores. Por tanto dar a luz a este Rey eterno es una gracia maravillosa que favoreció a María.
En realidad, María nunca había esperado recibir esta clase de gracia. Para ella era suficiente el tener a José quien la amaba verdaderamente, tener una boda con el y vivir una vida de esposa amada. En su corazón estaría anhelado que llegara ese gran día esperado y poder ser la esposa de José. Esa era el tipo de gracia que María estaba esperando, una boda hermosa y un hogar feliz. Pero el plan de Dios era llamarla y entregarle la gran gracia de ser la Madre Santa que da a luz a Jesús el hijo del altísimo. Crecer a Jesús y entregarlo a la obra redentora de Dios. Por eso, hasta ahora, muchas canciones recuerdan y alaban a María como una mujer verdaderamente humilde y bendita. La gracia que María recibió es, sin duda, inimaginablemente maravillosa y grande que llego en tan humilde mujer.
María, era virgen quien no conocía a ningún varón. Por tanto, era humanamente imposible dar a luz un hijo. Por eso, María preguntaba al ángel, como siendo ella una mujer virgen, podría dar a luz un hijo. ¿Cuál era la respuesta del ángel a esta pregunta de María? Miren el versículo 35: “Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.” Aunque María pensaba que era absolutamente imposible, el ángel le dice que será posible, todo por el poder del Espíritu Santo. En este versículo las palabras “El Espíritu Santo vendrá sobre ti” significan que el poder del Espíritu Santo la cubriría y aunque María era virgen, ella concebiría y daría a luz al Hijo de Dios.
De lo anterior, podemos entender que la obra maravillosa de la concepción del Hijo de Dios, surgió por el Espíritu Santo quien tiene poder para hacer la obra de Dios, aun superando nuestro propio razonamiento humano.
La obra de Salvación de los hombres que Dios cumple, es la obra que cumple el Espíritu Santo. Cuando el Espíritu Santo llega, aun siendo una mujer virgen y pura; puede concebir y dar a luz al Hijo de Dios. Cuando el Espíritu Santo llega, aunque los hombres sean pescadores, sin educación y de Galilea, ellos pueden ser los testigos de Jesucristo y hacer la obra de Dios, hasta lo último de la tierra. Cuando el Espíritu Santo llega; Dios cumple la obra de nueva vida incluso de los que están sin vida, como los árboles secos y quebradizos. Cuando el Espíritu Santo llega, un país pobre y desesperado se hace una nación exaltada que envía a los misioneros a todas las naciones del mundo.
La universidad de Guadalajara, fue fundada en el año de 1791. Aunque es una universidad con muchos años de historia, es la universidad que está manchada por el pecado de sus líderes a causa de los movimientos y grupos políticos que desvían el verdadero propósito; levantar a los intelectuales de este país. Pero a esta universidad, llegó el Espíritu Santo y después de más de 10 años de incansable predicación del evangelio, Dios hizo su obra y envió a los misioneros a la República Dominicana y a Puerto Rico. Y a través de esta obra, muchos jóvenes recibieron la predicación y en ellos fue sembrada la semilla de la palabra y la visión de alimentar con la palabra de Dios a los 33 países de América Latina y a los 233 países del mundo. Cuando el Espíritu Santo llegó a este país, México se convirtió en una nación que resplandece la luz a todas las naciones. ¡Amén!
Al predicar la palabra en la universidad; al recibir varios rechazos por parte de los estudiantes, en ocasiones podemos llegar a dudar si realmente la obra de evangelización de los 33 países de Latinoamérica se levantará desde la Universidad de Guadalajara. Las ovejas se hacen cada día más difíciles, arraigan profundamente su propia idea y su corazón duro para la palabra. Si solo observamos este aspecto en los jóvenes y nuestra debilidad, nos hace caer en decepción y duda. Pero, el Espíritu Santo trabaja con un método que no podemos imaginar y no alcanzamos a entender. Por tanto, no es necesario caer en decepción y dudas respecto a la obra de Dios. El Espíritu Santo, quién le hizo concebir a María el Hijo del altísimo, es el Espíritu Santo es quien llegó sobre los apóstoles en el Pentecostés, el Espíritu Santo quien hizo a los discípulos, ser los testigos del evangelio expandiéndolo hasta lo último de la tierra, es ese mismo Espíritu Santo es quién cumplirá la obra de evangelización y de la nueva vida en esta generación por medio de cada uno de nosotros. Este Espíritu Santo es el que llega a nuestro centro bíblico y está cumpliendo la obra a través del crecimiento de los pastores y de los discípulos. Nuestro deber urgente es orar, esperando y creyendo en la obra y el poder verdadero del Espíritu Santo quien hace la obra, superando nuestras fuerzas, nuestra inteligencia y nuestro propio plan. Oro para que Dios nos ayude a ver claramente la obra del Espíritu Santo que trabaja a través de cada uno de nosotros, de esta manera la obra de Dios, tenga un avivamiento poderoso en la Universidad de Guadalajara; se fortalezca y crezca en la Universidad de Santo Domingo y se recupere se fortalezca y crezca en la Universidad de Puerto Rico.
Aunque a María le parecía fuera de todo entendimiento el plan que Dios tenía preparado para ella, ella escuchó al ángel y recibió la palabra de Dios. El ángel fortaleció la fe de María hablando concretamente sobre la bendición que había recibido Elizabeth. Ella era una mujer estéril que no pudo concebir, además era de edad avanzada dificultando aun más su condición. Pero cuando el poder de Espíritu Santo llegó a Elizabeth, concibió. Cuando el ángel se presentó a María ya habían pasado seis meses desde que Elizabeth había recibido la bendición de Dios.  Miren el versículo 37: “porque nada hay imposible para Dios.”  Dios es Todopoderoso quien creó los cielos y la tierra con tan solo su palabra. Su palabra tiene poder de dar la vida, su palabra es la promesa que siempre serán cumplidas, porque para el no hay nada imposible.
¿Cuál fue la reacción de María quien escuchó las palabras del ángel? Miren el versículo 38. “Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia”. María confesó que ella era la sierva del Señor, con esta confesión ella aceptó recibir la gracia que le era entregada y obedeció la palabra del Señor, daría a luz a Jesús el Hijo del Dios altísimo. María supo claramente que esta decisión haría doler profundamente el corazón de José a quién amaba tanto. El pueblo le criticaría y se burlaría y podría llegar a ser apedreada. Sin embargo, ella reconoció claramente quien era ella delante de Dios. Ella no trato de negociar su situación, o pedir tiempo para consultar su decisión con José, sino que ella se reconoció como la sierva del Señor, por eso su decisión fue obedecer la voluntad de Dios, por sobre todas las cosas. Esta decisión le hizo ser utilizada como la Madre Santa en la historia redentora de Dios.
De lo anterior, podemos entender que para recibir la gracia del Señor en nuestras vidas, primeramente debemos de reconocer la gracia maravillosa que Dios nos está otorgando. María al pensar humanamente en su situación y lo que representaba el plan que Dios le estaba ofreciendo, de dar a luz un hijo siendo ella virgen y estando desposada con José; no parecía una gracia para ella. María estaría esperando vivir una vida un poco más cómoda y menos complicada, casada con quien amaba y en un matrimonio feliz. Cuando no nos reconocemos cono siervos de Dios y  no reconocemos correctamente la gracia que Dios nos está entregando; es fácil decidirse por una vida menos complicada alejada del plan de Dios.  Por ejemplo, en el pasado, el aposto Pablo tenía la esperanza de ser un erudito de la ley que para él no tenía mancha, el deseo en su interior era recibir el respeto de su pueblo, para lograrlo el habría estudiado y guardado las leyes, más que otros, llegando a ser uno de los discípulos del Rabí Gamaliel que fue considerado el rabí más respetado. El habría esperado como recompensa a su gran esfuerzo, la gracia de Dios. Sin embargo cuando Pablo se encontró con Jesús resucitado, pudo conocer la gracia verdadera, por eso él testifica en su epístola a los romanos 1:5, diciendo: “Por quién recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones, por amor de su nombre…” La gracia que el aposto pablo recibió era la gracia de la salvación esa gracia que jamás conoció ni pudo lograr esforzándose con las leyes.  No importaba cuanto Pablo se esforzara en las leyes, cada día reconocía que era pecador. Pero, cuando el encontró a Jesús quién murió en la cruz y resucitó, el poder y el yugo del pecado fueron quitados y recibió la gracia, grande y maravillosa de ser llamado hijo de Dios. Antes él había sido enemigo del Señor, persiguiendo a los creyentes, pero ahora el recibía la gracia de ser llamado y establecido como apóstol de los gentiles. Cuando Pablo reconoció y entendió la gracia que había recibido de Dios, él pudo ser el siervo de Dios, reconociendo que su vida no le pertenecía a él, sino a Dios. De esta manera Dios le hizo dar muchos frutos utilizándolo preciosamente para la obra redentora de Dios.
Para poder recibir la gracia de Dios, debemos reconocer cual es la gracia que Dios nos está entregando, debemos reconocernos como siervos de Dios y obedecer su voluntad.
¿Cuál es la gracia que nos dio Dios? La mayor gracia que los hombres podemos recibir es ser llamados y salvarnos de nuestros pecados profundos. La gracia de liberarnos de la esclavitud del pecado para que seamos hijos de Dios. Ser llamados siervos de Dios y poder ser utilizados como maestros de la Biblia. El mundo y los hombres alejados de Dios no entienden aun cuan maravillosa gracia es esta, por eso nos critica, nos señala y nos persigue. Dios nos salvó de la destrucción y nos da su gracia maravillosa.
Cuando el ángel se fue, María entró a una ciudad de Judá y visitó a Elizabeth. Cuando Elizabeth escuchó el saludo de María, la criatura saltó en su vientre. Entonces, Elizabeth bendijo a María, diciendo, Miren el versículo 45: “Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor” La fe de María se fortaleció y ella creyó verdaderamente que todas las palabras del Señor será cumplidas. Desde el corazón de María surgió un canto de alabanza, al escuchar las palabras de Elizabeth. María alabó a Dios quien tuvo misericordia de ella reconociendo al Dios que humilla a los orgullosos y enaltece a los humildes.
La palabra ‘gracia’ está representada de diferentes formas y en muchas situaciones en mi vida. A través de esta palabra pude reconocer nuevamente la gracia de Dios al llamarme como su hijo. ¿Cual era la posibilidad de que fuera encontrado en la universidad y fuera invitado a estudiar la biblia? a ese momento de mi vida, yo no le llamo ‘posibilidad’ o ‘suerte’; yo le llamo gracia.
Hace diez años recibí la gracia de ser llamado hijo de Dios por medio de Jesús; mi corazón se quebrantó cuando supe que Jesús había muerto por mis pecados; Dios movió mi corazón cuando me hizo entender que tan importante era mi vida, como para sacrificar a su hijo unigénito. Ni siquiera yo valoraba tanto mi propia vida, como Dios la valora.
Dios me borró mi problema de inferioridad y me hizo reconocer que mi vida era importante para la obra de Dios. Dios cambio esos pensamientos y deseos que tenia de suicidarme y en cambio me dio esperanza de una vida con propósito verdadero, como pastor de universitarios.
Dios unió a mi familia; pude ver y experimentar personalmente el poder de Dios en cada uno de los miembros de mi familia. Les hizo llegar el evangelio y ellos recibieron a Dios en su corazón y a Jesús como su salvador.
Pude experimentar “que para Dios no hay nada imposible” cuando el Señor respondió la oración piadosa y fiel de mi madre, mi hermano Adrián salió victorioso en la lucha contra el cáncer. Siendo Dios su absoluto sanador.
Pude experimentar a Dios cuando mis hermanos, Pastor Carlos y Pastora Narda pudieron concebir a un hermoso hijo llamado Isaac, aun cuando su embarazo era de alto riesgo, todo gracias a la gracia y la voluntad de Dios.
Pero sobre todo Dios me hizo reconocer su gracia cuando me lavó las manchas del pecado de deseo carnal, pensamientos de inferioridad y cuando a través de Jesús me hizo ser llamado su hijo, no importando la clase de hombre que era, sino; que hombre llegaría a ser, de la mano de Dios.
Como pueden ver, mi vida está llena de la gracia de Dios; y sinceramente me arrepiento mucho, porque hasta antes de ésta semana había olvidado cuantas grandes cosas Dios ha hecho en mi vida, y me arrepiento porque yo le he dado tan pocas cosas a Dios. Al olvidar la gracia que Dios ha dado a mi vida; olvidé mi condición de siervo delante de Dios y neciamente desprecié el plan que Dios tiene preparado para mí haciendo transacción y negociando entre la obra de Dios y entre mis sueños personales.
De María aprendí su humildad, quien se reconoció como sierva delante de Dios, y obedeció sus palabras aun sobre todas las cosas, ella entregó su sueño y aceptó el plan de Dios aunque para ella representaba perderlo todo. Solo así ella pudo ser usada preciosamente en la obra de redención de Dios.
Oro para siempre tener presente la gracia que Dios ha hecho en mi vida, me arrepiento por olvidar mi condición de siervo en la obra de Dios y por despreciar neciamente el plan que Dios tiene preparado para mí, a causa de esto, la obra de Dios no ha llegado a todos los universitarios. Oro para cada día reconocerme como sirvo de Dios y pedir a Dios que haga de mi vida conforme a su voluntad.
En conclusión: La gracia de Dios es entregada a nosotros no porque la merezcamos, si vemos nuestra vida, sinceramente no podríamos considerarnos dignos de recibir los favores de Dios. Oro para que podamos reconocer la gracia de Dios que nos dio por medio de Jesús, reconozcamos a nosotros mismos como siervos de Dios y como María hagamos una decisión de servir conforme a la gracia. Oro para que en este tiempo de navidad podamos alabar a Dios desde nuestro corazón, derramando nuestra alma con gozo y agradecimiento al Señor, como lo hizo María, la sierva de Dios.