“Jehová dijo a Josué: No temas ni desmayes; toma
contigo toda la gente de guerra, y levántate y sube a Hai….”
El pueblo de Israel había experimentado una fuerte
derrota delante de sus adversarios. El miedo se había apoderado de los hombres
y de sus líderes y a causa de ese miedo estaba destinada a ser una ciudad
fracasada y esclava. Satanás es quién
nos hace miedosos y se aprovecha de nuestros fracasos, oprimiendo así nuestro
corazón con el propósito de que no desafiemos más nuestra condición. Debemos
pelear contra el temor que Satanás siembra en el corazón de cada uno de
nosotros.
La verdad es que somos hijos de Dios y el espíritu de
Dios no es de cobardía sino de poder, amor y dominio propio (2 Timoteo 1:7). En
el pasaje de hoy Josué el líder del pueblo de Dios escucho la palabra de Dios
que le decía “No temas ni desmayes, toma contigo a la gente de guerra, y
levántate y sube…” aunque el miedo había tocado su corazón él desafío su condición
y obedeció la palabra de Dios aun cuando parecía imposible.
La vida no está construida de aciertos, errores o suerte.
La vida esta construida de desafíos y de fe. Josué habría dejado que el pueblo
se convirtiera en un pueblo esclavo para siempre si él no hubiera desafiado y
hubiera dejado que el miedo se apoderada de él y de su pueblo entero.
Es verdad que en la vida de fe, hay muchos altibajos,
nunca se puede estar arriba y no se debe estar abajo. Si la condición de
nuestra vida fuera perfecta para disfrutar de la vida de fe, aun en esa situación
caeríamos en tentación, porque aflojaríamos nuestra vida de fe, no existiría tención
espiritual y cómodamente caeríamos en tentación.
Lo que forja nuestra vida de fe no es el nunca caer en
debilidad o tentación, sino el levantarse de esa caída y volver a reformar
nuestro interior, fortalecerlo y hacerlo cada día más puro y agradable delante
de Dios.
El miedo es el peor enemigo que podemos tener, la lucha
espiritual se hace confiando en la palabra de Dios, sacando el miedo de mi corazón
y con los ojos puestos en Jehová.
¡Desafía!