sábado, 25 de abril de 2009

ARREPENTIOS

Mateo 3:1-17 [2]
“Y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”


Juan predico en el desierto esta palabra. En ese tiempo Israel había sufrido un silencio, espiritual, de 400 años, también no había profetas ni hombres que hablaran de la palabra de Dios. Había sufrido con líderes políticos que los alejaron de Dios, Juan el Batista, según la profecía de su padre Zacarías, era la luz para los que habitaban en tinieblas.

Ese tiempo también era el tiempo en que Jesús estaba listo para comenzar con la obra de Dios a través de su vida. Juan el bautista predico esta palabra “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” ¿Que era lo más importante para ese pueblo de Israel? No era la independencia de los pueblos grandes, o ser un país fuerte, independiente e influyente. Sino que este pueblo de Israel necesitaba que llegara el Reino de los cielos, es decir el reino de Dios.

La obra de Dios comenzó desde el desierto a través del anuncio de Juan el bautista, aun en la situación que se ve desventajosa, en el desierto parece que no hay vida, parece que no hay esperanza, pero aun desde ese lugar Juan el bautista anuncio el reino de Dios, y desde ahí muchos se arrepintieron y aceptaron el bautismo.

“Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” de esta manera es como comienza la obra de Dios, desde el arrepentimiento. En la situación del pueblo, era necesario el arrepentimiento verdadero para poder acercarse al reino de Dios. Juan el bautista preparo el corazón de los hombres para poder recibir al mesías.

La obra de Dios comienza desde que se hace un arrepentimiento verdadero. Al estar estudiando y sirviendo en la obra de Dios, he recibido la gracia de Dios, he recibido el perdón de mis pecados, he compartido y confesado estos pecados a través del sogam, pero esta confesión pierde el significado cuando lo hago una y otra vez y se vuelve algo monótono. El arrepentimiento verdadero es el que cambia el rumbo de mi vida, el que me hace tener cada día a Jesús en el centro de mi corazón como mi rey.

¿Cuál es, entonces, mi problema? Que tome el arrepentimiento como un formalismo, perdí el significado verdadero del arrepentimiento, este arrepentimiento que debe de estar en mi corazón no es para poder escribir un sogam cada semana y poder leerlo en mi reunión de fraternidad, este arrepentimiento es el que debe de estar en mi corazón verdaderamente, es el primer paso para recibir el reino de Dios.

En la predicación de Juan el bautista, el no les dio una lista larga de cosas por hacer para poder recibir el reino de los cielos, el no les dio una lista de leyes, normas y estatutos a seguir para poder recibir el reino de Dios. Sino que Juan el bautista les dijo “arrepentíos”. Esa es la urgencia que debe de estar en mi corazón, el arrepentimiento. Entre tantas cosas por hacer, entre la escuela el trabajo, la predicación, los estudios, la orquesta, las ovejas, mi casa, mis hermanos, se me olvida lo principal que tengo que hacer, esto es el arrepentimiento.

Oro para ser un verdadero hijo de Dios, un verdadero siervo, no uno que tenga muchas ovejas, que sea influyente, que predique bien, que de muchos estudios, esas aunque dan gloria al nombre de Dios y crecen su obra, no son cosas necesarias para acercarme al reino de Dios, oro para ser el hijo de Dios que con corazón sincero antes de hacer cualquier cosa, tenga el arrepentimiento verdadero en mi interior, de esta manera pueda acercarme con el corazón limpio y lavado por la sangre de Cristo y hacer, entonces, todas las cosas de Dios.

Entonces ¿Cuál fue mi problema? Intente servir la obra de Dios formalmente, invitando, al estudio de la biblia a los jóvenes, pero en mi corazón no estaba la convicción de hacerlo, aun yo me sentía seco y con sed del vida y les hablaba a los jóvenes de que Jesús es el agua viva, cuando yo mismo no tomaba de esa agua. Ese es mi problema, mi corazón se enfoco en servir la “obra terrenal” y no a Dios mismo. Era un siervo hipócrita. Oro para que a través de esta palabra, tenga en mi corazón un arrepentimiento verdadero. No uno para escribir el sogam, sino uno que se haga delante de Dios, en el cual entregue cada día a Dios mi interior claramente y él me haga un hombre nuevo.

Si en mi interior hay cada día ese arrepentimiento verdadero entonces el reino de Dios me es entregado y puedo disfrutar de Dios y ser gobernado por él. De esta manera entonces puedo tener la convicción de servir la obra de Dios. Y no solo servirla formalmente llevando algunos estudios uno a uno a la semana, sino que mi corazón tendrá la convicción de servir a los jóvenes no solo de México sino de los 233 países del mundo.

Oro para no ser solo un pastor formalista o de apariencia, sino uno que entregue cada día su vida para servir a Dios en los campus llevando el evangelio, con la convicción bien arraigada en el corazón.

Gracias Padre por esta palabra de preparación de bautismo, permítame gravarla en mi corazón, y poder servir la obra verdaderamente, permítame ser un pastor maduro, que primero se arrepienta cada día, y después que haga todas las cosas para la obra de Dios.

Una palabra Arrepentios.

No hay comentarios: