sábado, 18 de abril de 2009

Dios me dio palabra que curo mi corazón

Quiero confesar a Jesús como el hijo del Dios viviente, como el Cristo.

Le doy gracias a Dios porque en esta conferencia me permitió la palabra de Juan 6, con el mensaje “Jesús y la decisión”, les doy gracias por sus oraciones. Y le doy gracias a DIOS porque en esta conferencia renovó mi corazón.

Gracias….
Dios los bendiga

----------------------------------------------
Jesús y la decisión
Juan 6:22-71
Versículo clave Juan 6:68 y 69


68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

En los primeros versículos del capítulo 6, Jesús sació a la multitud de cinco mil hombres hambrientos, con tan solo cinco panes y dos peces. Pero cuando esa saciedad se fue, ellos regresaron pidiendo el pan a Jesús. En la palabra de esta noche, Jesús nos enseña por cuál pan debemos de trabajar. Nos permite reconocerlo como el único dador de la vida, y nos da la oportunidad de tomar una decisión concreta en nuestro interior. Oro para que esta noche cada uno de nosotros, podamos seguir a Jesús, saciar nuestro interior con el pan de vida y confesar que solo en Jesús están las palabras de vida eterna.

1.- Trabajar por el pan que ha vida eterna permanece (22-29)

En la multitud se aplicaba claramente ese dicho: “Barriga llena corazón contento”. Al principio esa era la multitud que tenía el interior de pobre espiritual, que les hacia tener un corazón puro para buscar las palabras de vida.

Mateo 5:3 dice: “3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.” Cuando hay pobreza espiritual, nuestro interior se purifica, ya que derramamos nuestro espíritu en oración, y cada aspecto de nuestra vida depende absolutamente en Dios. De Esta manera gozamos del reino de Dios.

¿Qué pasó con esa multitud que buscaba a Jesús? Al siguiente día, cuando la sensación de saciedad había pasado, ellos habían notado que Jesús no se había ido en la misma barca con los discípulos, y comenzaron a buscarle. Miren el versículo 24, Cuando no encontraron a Jesús, ellos se esforzaron por buscarle y tomando sus barcas fueron a Capernaum. Aunque parece que ellos se esforzaban mucho; la verdad es que ellos buscaban a Jesús con el propósito de llenar su estomago.

Cuando finalmente encontraron al Señor; con una gran sonrisa en su cara, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá?; Jesús conoció verdaderamente el interior de esa multitud. Miren el versículo 26: “De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis”.

El problema NO fue que Jesús les dio la gracia sobre gracia, y la bendición a manos llenas al alimentarlos; sino que el problema fue que ellos perdieron ese interior de pobre espiritual. Su corazón perdió esa pureza para buscar concretamente la verdad en Jesús. La abundancia les hizo sentir ricos espiritualmente. Su fe, no se hizo una fe madura, sino que esa fe en su interior retrocedió.

Conociendo a esa multitud caída, Jesús les dijo Miren el versículo 27 y vamos a leerlo Juntos “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.” Esa comida que perece, no solo se refiere a la comida material que se echa a perder, sino que esta comida que perece también se refiere a todas esas cosas del mundo por las cuales llegamos a esforzarnos: el material, el poder, el honor, el reconocimiento humano, los títulos y la potestad, entre muchos otros. Aunque estas cosas se ven muy hermosas para nuestra vida, y hasta en cierto punto necesarias. La verdad es que no pueden llegar a ser el propósito verdadero de la vida ya que tienen en común las siguientes características, son perecederas, se corrompen, y tienden a desaparecer.

Entonces ¿En dónde debe de estar puesto nuestro verdadero esfuerzo? Jesús respondió con esta palabra, Miren de nuevo el versículo 27 “… si no por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del hombre os dará”, ¿A qué se refería Jesús con, comida que a vida eterna permanece? Imaginemos por un momento que pudiéramos tener una comida que por más que comiéramos, esta nunca se acabaría, una comida que satisfaga verdaderamente nuestro interior y todas nuestras necesidades y que aunque por más que comiéramos de esa comida, su sabor jamás nos cansaría y quisiéramos seguir comiendo, y si esto no fuera suficiente, esta comida es gratis, y dada solo por amor.

Esta comida es la que el hijo del hombre nos da, esa comida es JESUS mismo. Solo en Él encontramos la fidelidad verdadera y la satisfacción para nuestro interior. “trabajar por la comida que ha vida eterna permanece” significa que todo nuestro esfuerzo y esperanza verdadera, deben de estar puestos en Jesús. Nuestra vida debe de tener como base a Jesús y sus palabras. Al trabajar por esa comida, nuestra vida ya no nos pertenece a nosotros sino que es para la Gloria de Dios.
Al escuchar estas palabras, que fue lo que la multitud dijo: Miren el versículo 28 “Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?” cuando la multitud hizo esta pregunta, ellos dijeron “las obras de Dios”, al ser una comida tan valiosa y tan especial, ellos pensarían que tendrían que cumplir una larga lista de peticiones; pero la verdad es que no hay muchas obras de Dios que tendrían que cumplir, sino que Dios requería una sola obra, Miren el versículo 29, “Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.” La única obra de Dios es creer en Jesucristo; al creer en Jesús podemos hacer todas las grandes cosas, nuestra esperanza esta puesta en Dios, y adquirimos una vida de fe.

La vida de fe, se adquiere cuando creemos en Jesús, se desarrolla cuando escuchamos y hacemos las palabras de Jesús, y llega a su plenitud, cuando nuestra vida ya no nos pertenece sino que pertenecemos a Dios. Es por eso que la obra de Dios que debemos de cumplir es “creer en el que él ha enviado”, de esta manera obtenemos esa comida que ha vida eterna permanece, nuestra vida adquiere un verdadero significado, y Dios hace su gran obra a través de nuestras vidas.

2.- Jesús es el pan de vida, que descendió del cielo (30-59)

Lo que Jesús les había dicho a la multitud era lo suficientemente simple. La multitud necesitaba aceptar a Jesús como el Mesías enviado por Dios. Eso era todo, así de simple. Sin embargo ellos no estaban dispuestos a solo aceptar las palabras de Jesús sin antes negociar los términos y las condiciones. Miren el versículo 30 “Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces?”. Aunque apenas una noche atrás ellos habían recibido los panes y los peses, parece que esa señal no era lo suficientemente clara, ellos querían una señal como la de sus antepasados, miren el versículo 31, “Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.” Estaban buscando nuevamente ese pan físico, para llenar su estómago. La multitud no entendió el verdadero significado del maná del desierto. Dios entregó el maná cada día a los de Israel, para que entendieran que el pan no es lo más importante de su vida, sino la palabra de Dios. Ellos deberían de enseñarse a depender en Dios, aun para alimentarse.

Miren el versículo 32. El Dios que les dio el Maná en el desierto es el mismo que quiera dar al hombre el pan verdadero que da la vida por medio de Cristo. Este pan no solo fue entregado a los israelitas, sino que este pan es entregado a todo el mundo, y este pan no es entregado solo por un tiempo determinado, sino que ha vida eterna permanece. Dios quiere darnos hoy ese pan que es Cristo Jesús.

Al escuchar estas palabras de Jesús la multitud le pidió de ese pan verdadero. Y Jesús se entregó a sí mismo como el pan de vida. Miren el versículo 35 y vamos a leerlo juntos “35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” ¿Por qué dijo Jesús que él era el pan? El pan es indispensable para la vida de los hombres, no importa si somos millonarios o pobres, vegetarianos o comemos cualquier alimento, no importa si somos mexicanos, gringos o coreanos, En nuestra mesa siempre está el pan. Jesús de esta misma manera es indispensable para la vida del hombre no importa la condición de su vida, si es pobre o rico, si cree o no cree. Siempre la vida de los hombres tienen la necesidad del pan de Vida y pide a gritos ese pan que es Jesucristo.

La frase “Yo soy el pan de vida” está en tiempo presente. Jesús no solo fue el pan de vida en el tiempo de los hombres de la multitud, ni será el pan de vida para los hombres cuando regrese con poder y gran gloria. Jesús es el pan de vida este día, de esta manera los sedientos y hambrientos podemos ir y saciar nuestro interior con él. Por eso en esta conferencia en Huaxtla cualquiera de nosotros podemos levantarnos de nuestro lugar y tomar ese pan de vida, y depositarlo en nuestro interior hambriento y sediento. ¡Amén!

Entonces ¿cómo podemos tomar ese Pan?, Miren el versículo 53 y 54 “Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.” ¿Cómo podríamos comer la carne y beber la sangre de Jesús? La sangre de Jesús es la sangre de redención y la sangre del nuevo pacto (Ef. 1:7), Esto significa que Jesús derramo hasta la última gota de sangre en la cruz y su carne fue rasgada en pedazos, para el perdón del pecado de los hombres.

Comer la carne y beber la sangre, significa que aceptamos que Jesús entrego su vida por nosotros, y esta gracia de la salvación la gravamos en nuestro corazón. Al aceptar de esta manera el pan de vida, a través de Jesús en la cruz, adquirimos la gracia del perdón de nuestros pecados, esta gracia llena completamente nuestro interior, así, desaparecen en nuestro interior los deseos de satisfacción, deseos carnales, adulterio, envidia, miedo, entre otros. Esa es la obra maravillosa de Dios que llega a los que creen, y dependen en Jesús.

3.- Las Palabras de vida eterna y La decisión de fe (60-71)

Jesús les había hablado en la sinagoga, sobre el verdadero pan que el hombre debería de comer, ni el maná del desierto les dio la vida eterna a los hombres antepasados de Israel. ¿Cuál fue la reacción de los hombres y de muchos de sus discípulos? Miren el versículo 60 “Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?” no solo muchos de la multitud se apartaron al sentir duras las palabras de Jesús sino que aun muchos de los que seguían a Jesús fielmente.

¿Cuál fue su problema? Ellos abandonaron a Jesús NO porque la palabra fuera difícil de escuchar o realizar. Sino porque estos hombres aun buscaban algún beneficio a través de Jesús, al seguir a Jesús algunos esperaban establecerse políticamente, otros buscaban ser reconocidos, otros buscaban poder, y muchos otros el pan y los peces que Jesús multiplicaba. ¿Qué palabra les dio Jesús? Miren el versículo 63 y vamos a leerlo juntos “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.” Jesús les enseño que lo único que realmente importaba y lo que les podría dar la vida eterna, era lo espiritual, es decir las palabras que salían de la boca de Jesús. Esta palabra ofendió la esperanza en lo terrenal de muchos que le seguían, y abandonaron a su maestro.

La multitud llegó a darse cuenta que de Jesús podrían esperar más. Muchos entre sus discípulos se apartaron de Jesús. Tal vez, Jesús podría haber querido detenerlos para que no se vayan. Pero, Jesús no quiso hacer transacción con ellos. Jesús se dirigió a sus doce discípulos. Les preguntó diciendo: “¿Queréis acaso iros también vosotros?” (67) Jesús no les hizo esta pregunta a sus discípulos para que se vayan ellos también, no les pidió renovar el motivo y el propósito de seguir a Jesús. Jesús quería que los discípulos tomaran una decisión clara en su corazón. Jesús quería purificar la fe de sus discípulos, ellos no podían estar siguiendo a Jesús, teniendo un deseo equivocado en su interior.

Los discípulos no deberían ser los hombres carnales, el les da la oportunidad de decidir, si eran los hombres que buscaban la carne, entonces que se fueran junto con la multitud, pero, si eran los hombres que buscaban las cosas espirítales, entonces que se quedaran con Jesús donde recibirían, el alimento espiritual.

Entonces ¿cuál era el sentir de los que se quedaron con Jesús? Miren el versículo 68 y 69 vamos a leerlo Juntos con voz fuerte “Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.”

Esta era la confesión de fe de Pedro y su decisión. La razón por la cual Pedro no pudo apartarse de Jesús era muy clara. Era porque Pedro entendió y creyó que solo en Jesús se encuentran las palabras de vida. El había recibido de Jesús la verdadera satisfacción para su interior. Muchas veces, pensaría dos veces antes de vivir conforme a la palabra de Jesús, pero cuando Pedro aceptó esa palabra negando a sí mismo, pudo reconocer que esa palabra era la palabra de la vida eterna. Él arraigó su fe en la palabra de Jesús. Pedro no pudo separarse de Jesús, no por el afecto o amor que tenia por su maestro, sino porque en su interior tenia la fe, había escuchado las palabras de Jesús y creía en ellas. El no seguía a Jesús solo porque una masa de 5 mil hombres lo seguía, o solo para tener algo de beneficio a través de Jesús, sino porque él tenía una fe personal arraigada en Jesús.

¿Cuál es nuestra decisión personal ahora? Decidimos escuchar la invitación al estudio de la biblia en los campus universitarios, también decidimos aceptar la invitación para esta conferencia de semana santa. Decidimos participar en las actividades para alabar a Dios. Pero ¿Cómo es nuestra decisión de fe?

A través de este mensaje conocimos que el reino de Dios pertenece a los que con el interior espiritual, sediento y hambriento, se acercan a Jesús. Comprendimos que el verdadero esfuerzo que debemos de hacer con nuestra vida debe de ser para trabajar por el pan que ha vida eterna permanece. Ese Pan de Vida es Jesús, y solo si comemos y bebemos su carne y sangre, podemos tener la vida eterna. Debemos de creer que Jesús derramo hasta la última gota de sangre en la cruz, para sanar el pecado de cada uno de nosotros. Estos hechos deben de estar gravados en el corazón y deben de ser recordados cada día.

Este día formemos en nuestro corazón una decisión concreta, purifiquemos nuestra verdadera esperanza en seguir a Jesús. Hay muchas decisiones en nuestra vida, pero solo una es la que cambia radicalmente el rumbo de ella. El discípulo Pedro decidió seguir a Jesús, quedarse con Él y entregarle su vida. Dios lo creció como padre de fe para los hombres, y a través de los discípulos que decidieron seguirle, la obra de Dios se extendió por todas partes del mundo.

Mi nombre es José de Jesús Rosas, nací apenas 26 años atrás en la hermosa ciudad de Guadalajara, siempre me caractericé por ser un niño muy callado y muy tranquilo que no buscaba problemas, y que se esforzaba en la escuela sacando excelentes calificaciones, bueno… en pocas palabras era el cerebrito del salón, de hecho hasta mis propios hermanos me echaban carilla por esto.

Conocí a Cristo en la universidad, y en el encontré la verdadera satisfacción para mi vida. La palabra de Jesús me liberó de mí pecado de fornicación, antes de conocerle, vivía presa de mi deseo carnal, por una relación sin compromiso con una de mis compañeras viviendo presa de los deseos carnales, satisfaciéndolos navegando en internet y con mi relación de amigos con derecho con mi compañera. Sabía que no era una buena relación, sin embargo aunque quería terminarla no podía, ya era presa del pecado. Y no le podía decir que no.

En la universidad, alguien me hablo de la palabra de Dios, y acepté esa invitación para conocer a Cristo. La primera vez que escuche verdaderamente la palabra, fue en un culto de domingo, yo no sé porque todos me recibían con una sonrisa, y todos querían saber mi nombre. En ese culto de domingo hablamos del poder de la oración, y del amor de Dios. No sabía que Jesús entregó todo por mí, derramando su sangre en la cruz. Ese día en la noche, oré a Dios como nunca antes lo había hecho, le pedí que él me permitirá sentirme libré, y que quitara el pecado de mi interior. Ese fue el primer día que realmente me sentí amado y con ganas de amar, recuerdo que no paraba de llorar, parecía un niñito desconsolado.

Dios me permitió conocerle a través del estudio de la biblia, Él resolvió todas mis dudas. En ese momento. Tenía el interior de pobre espiritual. Me gustaba tener el estudio de la biblia semanal. Yo era ese tipo de ovejas insistentes que incluso le hablaba al pastor para recordarle nuestra cita del estudio del día siguiente.

En la palabra de Dios encontraba la verdadera satisfacción para mi interior, ya no era necesario llenarlo con las cosas del mundo y los deseos carnales; Dios me dio la fuerza para terminar mi relación enfermiza, y decidí seguir a Cristo con todo mi corazón. Por gracia de Dios, el me permitió ser llamado su hijo, y fui establecido para servir la obra de la predicación en los campus universitarios, como Pastor.

En oración derramé mi espíritu una y otra vez, Dios me permitió la bendición a manos llenas, respondiendo mi tópico de oración que había tenido por más de tres años, Él permitió que mi familia aceptara a Cristo en su corazón. Me dio gracia sobre gracia y me sentí rico espiritualmente al verlos asistiendo a Culto y participando en la obra, Sentí saciedad en mi interior. El orgullo se presentó en mi corazón, y creí que mi familia había aceptado a Cristo, gracias a mi fe, y a mi vida influyente, perdí esa pobreza espiritual de oveja que solo buscaba la palabra.

Ahora solo me acercaba a Jesús para saciar mi hambre física. Mi corazón se cubrió de orgullo, Entonces criticaba, me quejaba y tenía justicia propia. Sin darme cuenta, comencé a trabajar por mi propia satisfacción. Perdí mi decisión concreta de seguir a Cristo, dejé de comer la carne y beber la sangre de Jesús, de esta manera fui presa de Satanás. En muchas ocasiones, sentí que era el tiempo de salir corriendo a buscar una vida más tranquila. Pero esa supuesta “Vida más tranquila” implicaba el pecado, la esclavitud y la muerte eterna. Solo en Jesucristo he encontrado el verdadero propósito de la vida y la saciedad para mi espíritu, algo que en ningún lugar que por bello, cómodo, y perfecto que parezca me puede dar.

En esta conferencia Dios me dio la palabra perfecta para mi corazón. Cuando quería salir corriendo, Jesús me hizo esa pregunta: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Y esta pregunta de Jesús me hizo recordar la gracia recibida en la cruz, recordé como Jesús entregó todo para limpiar mi pecado, vi mi corazón egoísta que solo buscaba mi propia satisfacción y con arrepentimiento me acerque a Jesús y le confesé que solo en el encontré las palabras de vida. Le doy gracias a Dios por esta palabra que renovó mi decisión de seguir a Cristo, y me hizo sentir como un nuevo hombre.

En conclusión.
Jesús se entregó a sí mismo como el pan de vida; el que come su carne y bebe su sangre, no tendrá hambre ni sed jamás. Todos llegamos a tener hambre y sed, hacemos hasta lo imposible por saciar esa necesidad. Pero nuestro trabajo verdadero debe de ser buscar el alimento que a vida eterna permanece, éste es el que viene de Dios. Jesús es el pan de vida, quien derramó toda su sangre y entregó su carne, para el perdón de nuestros pecados.

Oro para que con la palabra de esta noche, podamos hacer una decisión concreta en nuestro corazón, para seguir y escuchar a Jesús; la decisión para luchar y trabajar por el pan que a vida eterna permanece y para que cada uno de nosotros comamos la carne y bebamos la sangre que Jesús ha entregado para el perdón de nuestros pecados. De esta manera podamos confesar que solo en Jesús encontramos las palabras de vida eterna.

No hay comentarios: