lunes, 19 de septiembre de 2011

¿Cómo te llamas?

Marcos 5:1-20

Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos.

Le doy gracias a Dios por esta conferencia que nos permite en estos días, a través de los mensajes he aprendido, como el hombre es la obra maestra de Dios hecho a su imagen y semejanza y como a través del pecado el hombre perdió esa imagen perfecta y fue alejado de la presencia de Dios, también aprendí sobre la necesidad y la necesidad de arrepentirse y creer en el evangelio; a través de Jesús podemos ser salvos y solo a través de su sangre somos redimidos y somos llamados sus hijos.

En esta palabra de Marcos 5 aprendí la gravedad del pecado, como él se apodera del interior de los hombres, el pecado alejó al hombre de toda la sociedad, ahora él fue separado incluso de su familia y de los hombres. El pecado en su interior lo separó de Dios.

Por la gracia de Dios, Él me permitió conocerle en la universidad, la palabra llegó a mi corazón y esta me enseñó sobre el verdadero amor y sobre la misericordia de Dios. Al no conocer y amar a Dios con todo mi corazón, fui presa de muchos pecados; no sé cuántos pero si sé que también era una lista grande. El pecado en mi interior me conducía, por un camino lejos de Dios. También como el hombre gadareno, vivía entre los muertos y en las tinieblas, en nuestro tiempo esto era vivir entre la oscuridad de los bares y en las tiemblas de mi propia idea.

La falta de amor en mi interior y el fatalismo me habían hecho una persona alejada de todos los demás, me refugiaba en los estudios y siempre buscaba el reconocimiento de los hombres, de los maestros y de mis compañeros de la escuela, sentía que en mi casa no me querían y que mis padres solo se fijaban en mis otros hermanos y trataba de buscar amor y reconocimiento fuera de mi casa. Este sentimiento fatalista me castigaba y me hacía sentir menor que mis hermanos, esto provocó mucho resentimiento en mi interior y me hizo vivir una vida con egoísmo y envida. A causa de ese fatalismo, en la adolescencia trate de quitarme al vida en dos ocasiones, el vacío en mi corazón me hacía creer que no había razón alguna para vivir.

Cuando entre en la universidad, quería vivir una vida más libre, como la de mis amigos, a ellos no les importaba mucho la escuela, estaban alejados de sus familias, y pasaban más tiempo borrachos que en la escuela, sin embargo ellos se veían felices y yo quería ser como ellos. Cuando trate de buscar esa supuesta libertad, solo encontré libertinaje, viví según mi deseo y mi propia idea. Esto me llevó a caer en pecado vergonzoso; primero la pornografía y el deseo carnal se apoderaba de mí, incluso ni me dejaba dormir, podía pasar horas e incluso días sin dormir nada, solo por estar navegando en internet por sitios pornográficos, después de la pornografía, el deseo de la carne me hizo tratar de buscar vivir en carne propia todas esas imágenes que habían entrado a mi mente.

El deseo de la carne me hizo llevar relaciones sin compromisos con varias compañeras en la universidad, yo pensaba que era la forma mejor de experimentar eso que las otras personas le llamaban amor, así mi cuerpo tenia lo que necesitaba y yo no tenía que dar nada a cambio.

Este pecado poco se fue apoderando de mi hasta que tomó el control completamente, cuando perdí toda mi voluntad delante de este pecado y me estaba alejando en cada momento más al José de Jesús que todos conocían, supe que era momento de regresar y ser de la manera en que yo era. Pero parece ser que cuando quise regresar con mis propias fuerzas, ya era demasiado tarde, y ya no lo pude hacer, el pecado en mi interior era el que ordenaba que era lo que yo tenía que hacer. En ese momento supe que tal vez Dios era el único que me podría ayudar. Yo ya había escuchado hablar de Dios y de Jesús pero nunca lo había experimentado personalmente. Ore a Dios que si él estaba ahí presente y que si le importara mi vida me permitiera una vida alejada de eso que yo sentía, y que me sacara del agujero del cual yo había caído.

A mí me sorprende como Dios responde las oraciones que se hacen con todo el corazón, Dios respondió esta oración que yo se la hacía sinceramente desde mi corazón. Dios me permitió conocer el estudio de la biblia, el me llevo la palabra de Dios hasta la universidad y me permitió escuchar de su poder. Yo creí en esa palabra que me predicaban y decidí aferrarme a ella. Esta palabra y solo el poder de Dios me permitieron alejarme de esa práctica que solo me llevaba cada día más profundamente al pecado.

Aun en este tiempo Dios sigue enseñándome muchas cosas, Dios me ha ayudado a creer en él, ha liberado del pecado mi interior y ayudo a mi familia estar unidos, ellos también conocieron del amor de Dios y reconocieron a Cristo Jesús como su salvador.

Dios es el señor que nos ama. A través de Jesús Dios nos dio la muestra más grande de amor a los hombres. Jesús no escatimo para salvarnos, tanto que entrego su preciosa vida en la cruz derramando toda su sangre.

Oro para que hoy y cada día de mi vida, pueda estar cerca de Dios y pueda escuchar atentamente su palabra, la cual tiene el poder de sanar mi interior y de llevarme directo al padre.

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