lunes, 28 de noviembre de 2011

Amen a sus enemigos

Lucas 6:27-36

"Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian,"

Es muy fácil y reconfortante amar a las personas que nos aman, hacer favores a aquellos que amamos, bendecir a aquellos que nos bendicen; pero ¿amar a los que nos odian?

Ese es el tema del pan diario del día, ¿Qué merito tiene el amar, bendecir, querer, respetar y obedecer a aquellos que son recíprocos con nosotros? Eso es lo mínimo que debemos de hacer, el verdadero reto está en amar a nuestros enemigos.

Jesus enseñó a sus discípulos el amar a sus enemigos:

Lucas 6:27-31

"Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los insultan. Si alguien te pega en una mejilla, ofrécele también la otra; y si alguien te quita la capa, déjale que se lleve también tu camisa. A cualquiera que te pida algo, dáselo, y al que te quite lo que es tuyo, no se lo reclames. Hagan ustedes con los demás como quieren que los demás hagan con ustedes."

Ese es el punto de vista que Jesus nos enseña, pero en el mundo en el que vivimos la gente quiere vengarse de sus enemigos. Es fácil tratar de opinar que el tiempo de Jesús y el nuestro son demasiado diferentes y que por eso es que Jesús tenía esa opinión sobre sus enemigos; sin embargo el amar a los enemigos es igual de difícil hoy como en el tiempo de Jesús.

Ciertamente Jesús también sabía que es más fácil amar a aquellos que nos corresponden, sin embargo: ¿cómo hizo Jesús para amar aun a los que lo crucificaban? Cuando amamos o prestamos algo, sin esperar nada a cambio, de momento podemos sentir perdida o dolor; pero cuando lo hacemos de esa manera tenemos un galardón en el cielo y los hombres pueden reconocernos como verdaderos hijos de Dios. Jesús siempre hizo la voluntad de Dios, Dios es bueno con todos, con los ingratos y los pecadores, Jesús amó a todos por igual. Cuando amamos a los ingratos y malos y somos benignos a ellos, rebelamos la gloria de Dios como sus hijos y vencemos el mal con el bien, conmoviendo los corazones de los malos. Ganamos los corazones de ellos. Y muchas personas se acercan de nosotros y seremos las bendiciones.

El mundo esta lleno de maldad, y tratar de amar a todos aquellos que parecen que están acabando con el mundo parece casi una tarea maratónica e imposible, pero si no comenzamos a hacerla nunca la terminaremos. El cambio esta en cada uno de nosotros, podemos ganar almas para Dios si poco a poco cada uno de nosotros comienza imitando a nuestro Señor.

El odio solo genera más odio y si no cambiamos esa situación en nuestro corazón no podremos ver un mundo diferente. ¿Quieres un cambio en tu país? Comienza ese cambio desde tu propio corazón.

¿Te dices Hijo de Dios? Muéstrate misericordioso y todo mundo te reconocerá como hijo de Dios, sin que tengas siquiera que mencionarlo.

1 comentario:

Nikkei Flores dijo...

me gusto mucho y me ayudo para mi clase del domingo