viernes, 15 de abril de 2011

Hablando de Gracia…

La vida del cristiano no puede ser definida sin la palabra Gracia, es el primer sentimiento que llega al interior de los hombres al conocer a Cristo. Jesús entregó su vida para librar al hombre de ese pago. En resumidas cuentas a esto le llamamos gracia. Los hombres pecadores, por gracia fuimos salvados. Y en respuesta de esa gracia nosotros ofrendamos nuestras vidas.

Cuando se habla de ofrenda, las personas piensan que solo son números cerrados y porcentajes bien definidos que “se tienen” que entregar a Dios. Siempre he ido en contra de los números y de las palabras “se tienen” o “se deben” y “es obligatorio” dentro de la obra de Dios. El propósito de mi vida es agradar a Dios con todos los aspectos de mi vida, y este sentimiento tiene que ser inspirado por mi corazón y no por una obligación.

El servir a Dios con “obligaciones” no se llama vida de fe, se llama “religión” y a mí no me gustan las religiones. En el pan diario del día de hoy, se habla de la iglesia de macedonia y como ellos ofrendaban alegremente lo que tenían para Dios. Pablo dice en 2 Corintios 8:3 (DHH) “Yo soy testigo de que han ofrendado espontáneamente según sus posibilidades, y aun más allá de ellas. Por su propia iniciativa” eso es precisamente a lo que me refiero. Cuando dejamos que la gracia de Dios entre verdaderamente a nuestro interior, el deseo de querer entregar todo lo que tenemos, sale “por nuestra propia iniciativa” desde nuestro interior.

¿Por qué el ofrendar de lo que tenemos a Dios? La respuesta clara y concisa la tiene la biblia en 2 Corintios 8:9 “Porque ya saben ustedes que nuestro Señor Jesucristo, en su bondad, siendo rico se hizo pobre por causa de ustedes, para que por su pobreza ustedes se hicieran ricos.” Cuando entendemos la salvación por gracia, naturalmente queremos entregar a Dios. No solo lo poco o lo mucho que tengamos, sino nuestra propia vida.

Confieso que últimamente, he llegado a fallar en mi ofrenda a Dios. El alejar mi vista de Dios me había hecho tener muchas dudas respecto a la ofrenda. Lo había visto solo como un acto “religioso” una cantidad “bien definida” y solo un “porcentaje” que “tenia” que entregar como un pago mensual. (He resaltado cada una de estas palabras con comillas, para tratar de hacerles sentir la pesadez que sentía en mi corazón).

Oro para que cada día pueda tener esa propia iniciativa como el pueblo de Macedonia que entregó, según sus posibilidades y aun más allá de ellas, en servicio a Dios. Con corazón puro delante de Dios.

Señor gracias por su gracia y bendición, permítame el corazón quebrantado que reconoce cada día que lo mucho o lo poco que he llagado a tener ha sido por su gracia para con mi vida. Deme ese corazón de sirvo fiel, que entrega su vida en ofrenda a Dios.

El corazón de Dar.

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