jueves, 14 de abril de 2011

Ser reconciliador

13 Les ruego por lo tanto, como un padre ruega a sus hijos, que me abran su corazón, como yo lo he hecho con ustedes.

2 Corintios 6: 1-13 Version Dios Habla hoy


Muchas veces suena tan difícil la palabra reconciliación. Aun siendo comprados por Cristo, al vivir en un mundo donde cada ser humano tiene su propia forma de vivir, su propia manera de pensar y siendo “cada cabeza un mundo” (¿si has escuchado esa frase?) llegamos a experimentar ciertos roces, entre nuestras asperezas y las de los hermanos. Y créanme esto es más normal de lo que parece, es parte de vivir en el mundo real y no en las pequeñas burbujas que a veces quisiéramos para nuestro espacio personal.

En el pasaje de este devocional, Pablo hizo gran esfuerzo para llevarles la palabra a los corintios y tratar de reconciliarlos. Al ser llamados por Cristo y comprados por su sangre, nosotros también somos los embajadores que llevan ese mensaje de reconciliación. Sin embargo nuestros propios roces pueden llegar a dañar la fe de los más jóvenes. Es cierto que en ocasiones llega a ser imposible no ser parte de ese “roce” entre asperezas de nuestros propios caracteres. ¿Qué hay que hacer entonces? No podemos andar viviendo y caminando por ahí con una sonrisa que enseña las muelas a cada uno por aquello de querer mostrar siempre una sonrisa. Créanme que esas sonrisas siempre salen falsas. Para no mostrar una sonrisa falsa hay una solución rápida y fácil, sonríe siempre sinceramente. Esto solo es posible cuando no hay de esas asperezas dentro de nosotros.

En el pasaje de hoy Pablo tomó la iniciativa, él quería tener una relación de corazón a corazón. Si los corintios respondían a ese llamado, entonces podrían tener una amistad solida y basada en la palabra de Dios. ¿Cómo podemos tener una reconciliación verdadera con aquellos que solo encontramos asperezas? Entre líneas de este pasaje de la biblia podemos ver unos pasos que podemos tomar en cuenta.

Primero ensanchar nuestro corazón, es decir tener un corazón “grande” que pueda aceptar a cualquier tipo de persona. Aunque no piense igual que nosotros aunque parezca que se esfuerza demasiado para ir en contra de nosotros. Dios mostró un corazón más grande para con nosotros al entregar a su hijo unigénito para el perdón de nuestros pecados. Dios mostró iniciativa para acercarse a nosotros y limar nuestras asperezas a causa del pecado.

Yo quiero crecer en una fraternidad que siempre muestre el corazón y la voluntad de Dios, por tanto el tener rencores o malos entendidos no es una actitud con la que deban de vivir los cristianos. Si bien es imposible el no tener ciertas asperezas aun con los hermanos, siempre es posible limar esas asperezas y decir un “lo siento” o un “entiendo” de vez en cuando, esa es la iniciativa para la reconciliación.

Quiero tener esa actitud de Pablo de siempre buscar la reconciliación, teniendo iniciativa y basándose en la palabra de Dios. Ser reconciliador con Dios y unos con otros.

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