jueves, 19 de febrero de 2009

¡ANIMENSE! YO HE VENCIDO AL MUNDO

¡ANIMENSE! YO HE VENCIDO AL MUNDO
Juan 16: 25-33
Versículo clave 16:33


Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.

Jesús quiere el corazón maduro para cada uno de sus discípulos, ahora era el tiempo de hablar claramente con cada uno de ellos, Jesús les entregaba las palabras de verdad, los discípulos entendían quien era Jesús de donde venía y a donde iba. Los discípulos amaban verdaderamente a Jesús y a aquellos que aman a Jesús Dios los ama y escucha sus oraciones.

Jesús tiene el corazón de padre amoroso para estos discípulos, hasta este punto, Jesús era quien intercedía en oración por cada uno de los discípulos, ahora ellos deberían de tener su fe propia y fe madura para poder seguir la obra de Dios en la tierra aunque Jesús fuera al padre, Jesús les siembra la convicción verdadera a los discípulos para que esperaran absolutamente en la voluntad de Dios, de esta manera los discípulos fueron establecidos como los siervos maduros para la obra de Dios, ellos aceptaron las palabras claras de Jesús y reconocieron verdaderamente a Jesús como el hijo de Dios.

Era necesario que en los discípulos estuviera el corazón maduro, aunque ellos habían aceptado las palabras y habían seguido a Jesús, aun su fe era débil, el tiempo de persecución había llegado y ellos tendrían que estar firmes y unidos a Jesús en los tiempos difíciles. Con gran amor Jesús preparó el corazón de sus ovejas.

Aunque los discípulos abandonaron a Jesús en los tiempos de persecución, Jesús nunca estuvo alejado de Dios y solo confió en Dios, en nadie más, de esta manera Jesús estuvo pegado al Padre y el padre a él, el tuvo el ánimo y las fuerzas para vencer a la muerte, con poder y gran gloria. De esta manera Jesús el maestro dio el gran testimonio para los discípulos.

Los discípulos con temor huyeron de la persecución, sin embargo el amor de Jesús les animó, y les hizo desafiar, Nosotros somos también discípulos de Jesús, y hemos seguido a Jesús fielmente.

Dios me llamo también como a su discípulo, y el propósito de Jesús con los primeros discípulos y los discípulos de este tiempo es el mismo, que en nuestro corazón tengamos la madurez, la fe verdadera y la esperanza puesta en Dios, el ánimo ardiente para servir la obra de Dios.

¿Cómo puedo conservar ese ánimo para servir la obra? El verdadero gozo del cristiano, no se encuentra en el mundo, no se puede encontrar en el material o en las cosas que podemos obtener por nuestro esfuerzo, la verdadera felicidad de los cristianos es el reconocer que nosotros tenemos el acceso al Padre, tenemos la convicción de que Dios nos ama, de que el escucha nuestras oraciones, de que el guía nuestro camino y que solo de él podemos obtener la verdadera dirección para nuestra vida.

En este tiempo necesitamos hacer un esfuerzo extra para servir la obra de Dios, en los campus los jóvenes esperan por la palabra poderosa, la palabra de esta mañana me da una dirección, para servir la obra de Dios, en mi interior debe de estar el gozo, y el deseo ardiente para servir la obra. En Jesús fueron depositados todos mis pecados, el pagó el precio de mis pecados en la cruz, y él me entregó la salvación, a través de su sangre.

En Jesús puedo encontrar ese gozo verdadero, para servir la obra, en Jesús puedo encontrar la razón para encender de nuevo el deseo ardiente para servir la obra de Dios. Jesús comprende la aflicción y comprende nuestra vida, Jesús claramente a través de la palabra me dice claramente que en la vida de fe hay aflicciones, pero estas aflicciones no se comprar con lo que Jesús pagó en la cruz a causa de mis pecados, aun en esa situación Jesús venció a la muerte con poder y gran gloria.

Señor en este tiempo, permítame en mi interior cada día recordar el gozo en mi corazón, confiar en Jesús quien entregó todo en la cruz, para el perdón de mi pecado, de esta manera cada semana pueda salir a los campus a predicar la palabra.

Oro para que podamos recobrar el anhelos ardiente en nuestro interior para servir la obra de Dios confiando en Jesús quien venció al mundo y a la muerte con poder y gran gloria.

Una palabra:
Confiar en Jesús, quien venció al mundo.

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